
Difícil parece acertar con el tiempo que debe durar una visita. Hay formas sutiles e insutiles que se prueban con los invitados a fin de que anticipen su marcha y he llegado a descubrir a anfitriones anotando en libros de contabilidad, balances claramente deficitarios, que les obligan a aparcar momentáneamente una reflexión sobre la amistad.
De todos lo métodos conocidos uno se precia por mantenerse vivo en el paladar. Una, dos y tres. Invitación a la despedida con la tercera taza de té. Más claro, el agua (con una cocción que no alcance los 90º para mantener intactas todas las propiedades de las hojas).
De propina: un post y unos cuentos