Lo primero que pienso al conocer la noticia de la muerte de Eugenio Montejo, es que no sé quién era Eugenio Montejo. Indago y me encuentro con este poema, que ya escuché -en versión abreviada- a Sean Penn en 21 gramos. Tres versos recitados a los ojos del desamparo.
La tierra giró para acercarnos
giró sobre sí misma y en nosotros,
hasta juntarnos por fin en este sueño
como fue escrito en el Simposio.
Pasaron noches, nieves y solsticios;
pasó el tiempo en minutos y milenios.
Una carreta que iba para Nínive
llegó a Nebraska.
Un gallo cantó lejos del mundo,
en la previda a menos mil de nuestros padres.
La tierra giró musicalmente
llevándonos a bordo;
no cesó de girar un solo instante,
como si tanto amor, tanto milagro
sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito
entre las partituras del Simposio.
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