jueves, 10 de enero de 2008

Plantar un árbol y dejarse caer


Recojo el primero de los pensamientos citados en el blog de un amigo: si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol. Y a continuación me dejo caer en el sofá. Últimamente dejarme caer es la acción más exacta que reproduce mi cuerpo al impactar sobre una superficie blanda. Y aquí, como diría el árbol de Luther King me planto, omitiendo así cualquier referencia a la grotesca visión de la acción contraria, osea el combate de mi voluminosa anatomía desafiando la ley de la gravedad. Conclusión: todo lo que cae, cae. Sin más. Como el amor que o es irracional o no es nada ¿verdad Marta?. También es complejo, sobre todo si se renuncia a la lógica sintáctica para resolver la ecuación de un malentendido: peero esta mañana nose xk e pasado de el esk sy tnta pero esk yo le e daludao el a creido k n le e saludao y el dice k ma a saludao y yo e creido k no me a saludado y entnces ps nos emos puesto tristes xk pensabamos k el unos estaba aun enfadado cn el otro. Que si fueses un proverbio africano lo simplificarías con un final feliz: "Las pulseras de metal suenan si son dos".

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